Este es el Blog de Rodolfo Jorge Rossi, nacido en la ciudad de La Plata, Argentina.

Cursó estudios en la Facultad de Filosofía y Letras de la U.B.A.

Trabajó en producción de programas radiales con José María Muñoz y Antonio Carrizo.

Ha publicado en el Diario “El Día” de su ciudad natal y en la Revista “Debate”.

Actualmente escribe en “Buenos Aires Tango y lo demás”, que dirigen los poetas Héctor Negro
y Eugenio Mandrini, y en “Tango Reporter” de la ciudad de Los Ángeles, EE.UU.

En 2007 publicó un libro de relatos “Croquis y siluetas familiares”, Editorial Vinciguerra.

Son padrinos celestiales de este sitio Fernando Pessoa, Carlos Gardel y el trompetista Rondinelli.

sábado, 8 de mayo de 2010


Juana Sosa de Perón. (Madre hay una sola).

Una tarde en el café:
¿-La madre de Perón está en el Paraíso? Preguntó el rengo.
-Si, respondió el Sr. Musante, el tanguero que volvió de la muerte.
Y agregó:-Pero el General le raja.
-Es sabido que Perón no quería a su madre, acotó Paredes, el poeta del barrio.
¿-Y a quién quiso Perón? Dijo el rengo con sorna.
-No te hagas el vivo que a vos te regaló la primera prótesis, contestó Paredes.
-El Partido Socialista me la regaló.
-No mientas, como todo setenta y tres sos un ingrato. En la Fundación te regalaron la gamba que te falta, y la otra también, acotó el Doctor Laferlita.
-Me contó mi viejo que Perón cuando se afeitaba escupía el espejo, continuó el rengo sin rendirse.
Malena, la que esconde una esperanza humilde, dirigiéndose al gorrén, expresó: -En la vida hay que ser agradecido. Si Evita o Perón le regalaron la pierna ortopédica que usted luce con sobria elegancia, debería estar agradecido.
-Eso si, acoto el Sr.Musante, el tanguero que volvió de la muerte.
-Pero retornemos al tema principal que es la madre de Perón, irrumpió el vidente Locuco.
-La podemos invocar, pero como la señora pertenecía a poderosas etnias ancestrales, debemos esperar el momento oportuno.
El que quiera verla puede presentarse dentro de dos viernes, promediando la medianoche, frente a la Estación Munro, donde tengo constituido mi domicilio legal.
Los tangueros, junto a Malena, la que esconde una esperanza humilde, se dieron cita en casa de Locuco el día fijado.
El vidente tenía todo listo. Pasada la medianoche se concentró y de improviso se materializó una señora que dijo:-Me llamo Juana Sosa Toledo y soy la madre de ese gran argentino llamado Juan Domingo Perón.
-No hace falta que lo aclare, dijo Paredes. -Es igual a su hijo.
-Juan es parecido a mí, su hermano Avelino era parecido a su padre, Mario Perón. ¿Para que me convocaron? Preguntó.
Tomó la palabra Malena, la que esconde una esperanza humilde, que sin anestesia disparó: -Sabemos de la mala relación con su hijo. Como seguidores de Juan Domingo, su obra, y añorando los años de la fiesta argentina que él nos regaló, queremos preguntarle si nos autoriza a realizar una mediación, para que Juan y usted retomen el afecto que sin duda algún día existió.
Transcurridos unos segundos Juana Sosa comenzó a llorar.
Enjugándose los ojos y con la voz quebrada habló:-Juan se distanció de mí en su adolescencia y nunca más tuvimos una relación cercana.
Además cuando enviudé me volví a casar, y si hasta ese momento cruzábamos algún saludo, a partir de mi boda me condenó a la indiferencia, que es lo peor que puede sufrir una madre por parte de un hijo.
Yo le recé a mis dioses Tehuelches sin resultado alguno.
Mi muerte se produjo en 1953 cuando Juan era Presidente de la Nación.
Ni siquiera concurrió al velorio. Lo hizo llamar a Camporita y le dijo:-Ha muerto mi señora madre. No puedo concurrir al velorio porque actos de gobierno de gran trascendencia me lo impiden. Usted vaya como mi delegado personal y en mi nombre reciba el pésame de los asistentes.
Cuando Juan murió, en 1974, lo esperé ansiosa.
Cuando me vio dijo:-Vieja ¿Usted por acá? No la puedo atender porque me está esperando Carlos Gardel.
Fue la única vez que nos cruzamos. Las noches de tristeza concurro hasta el café “El Pensamiento” y a través del vidrio lo veo a Juancito acompañado por Carlos Gardel y otros personajes ilustres.
-Gardel tampoco quiere a su viejita, dijo Paredes.
-No es así, continuó Juana.-Mantienen una relación distante pero el afecto existe. Además Don Carlos celebra con Berta el día de la madre.
Esto despertó la curiosidad de todos:-¿Festejan el día de la madre en el paraíso?
-El tercer domingo de octubre se hace un almuerzo para homenajear a las grandes madres del tango. La cabecera de la mesa está ocupada por José Betinotti y su pobre madre querida, contó Juana.
-El evento se lleva a cabo en la cantina Karamazóv Hermanos, propiedad de dos rusos del Abasto. Me contaron, porque a mi no me invitan, que en el último festejo Marcos Zucker cantó en idish el tango “Garufa”.
Los invitados de honor son Juan Domingo y Carlos Gardel.
Doña Berta Gardes concurre del brazo de su hijo. Juan va solo.
-Nosotros queremos hacer algo por usted. A través del Profesor Locuco y su Espiritismo Científico, podemos convocar a alguien que tenga predicamento sobre su hijo. Hablaríamos con algún amigo influyente para que intente, con el gran argentino, reencauzar la relación, dijo atinado Julio Paredes, el vate del barrio.
Doña Juana quedó en silencio, emocionada.
Continuó Malena:-Usted nos tiene que orientar acerca de a quien llamar para que hable con su hijo.
Juana Sosa rompió el silencio:-Hay uno solo, es Cátulo Castillo y Juan lo adora. Todos dicen que si hubo un ángel en la tierra era el poeta de Ezeiza.
Además Castillo se va a llevar bien con ustedes porque es un esotérico más. Lo que no se es a que escuela científica pertenece.
-Doña Juana, la semana que viene nos reunimos con Cátulo.
Retírese tranquila que esto tiene solución, afirmó rotundo Paredes.
El Dr. Laferlita dijo:-En otro orden de cosas querríamos saber cuales son los creadores preferidos del que combate el capital.
Doña Juana, aliviada, respondió:-Carlos Gardel por supuesto. Alfredo Lepera también. Quiere mucho a Discépolo, a Hugo del Carril y a Carlitos Acuña.
Pero su preferido es Cátulo Castillo. Es el hijo que no tuvo.
Malena, la que esconde una esperanza humilde dijo:-Juana regrese a su mundo en paz y tenga fe que su relación con Juan Domingo se arreglará.
Retornará el afecto dormido y renacerá el amor entre ustedes.
-Gracias Malena, dijo doña Juana.-Aunque los muertos somos inasibles siento que a usted le puedo dar un beso y sentir sus mejillas.
Juana Sosa saludó a Malena y se perdió en la niebla de Munro.