Este es el Blog de Rodolfo Jorge Rossi, nacido en la ciudad de La Plata, Argentina.

Cursó estudios en la Facultad de Filosofía y Letras de la U.B.A.

Trabajó en producción de programas radiales con José María Muñoz y Antonio Carrizo.

Ha publicado en el Diario “El Día” de su ciudad natal y en la Revista “Debate”.

Actualmente escribe en “Buenos Aires Tango y lo demás”, que dirigen los poetas Héctor Negro
y Eugenio Mandrini, y en “Tango Reporter” de la ciudad de Los Ángeles, EE.UU.

En 2007 publicó un libro de relatos “Croquis y siluetas familiares”, Editorial Vinciguerra.

Son padrinos celestiales de este sitio Fernando Pessoa, Carlos Gardel y el trompetista Rondinelli.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Antepasados de Julio Sosa

Recuerda el Sr. Musante

-Musante, dijo Paredes el poeta del barrio.-Que el Zorzal se ría de Julio Sosa me sorprende.

-No sólo Gardel descalifica a Sosa. Jorge Luis Borges lo detesta.

-Cuente Musante, exigió el vidente Locuco.

-Con Borges he compartido la mesa del café “El Pensamiento”.

Se sentaban también Villoldo, Arolas, Vicente Greco y Don Jacinto Chiclana.

¿-Jacinto Chiclana está en el cielo? Preguntó asombrado Julio Paredes.

Contestó Musante:-No, Chiclana eligió infierno, pero viene de visita porque es muy amigo de Georgie, y a éste le gustan los guapos y tangueros

de la llamada Guardia Vieja. De los modernos distingue al uruguayo Alberto Vila y a Jorge Vidal. Es más, afirma que Vidal es superior a Gardel.

Una vez uno le preguntó a Borges por Julio Sosa y le agarró una especie de mal de San Vito, peor que el que le ataca cuando entra en el café el General Perón.

Refiriéndose al “Varón del Tango” Borges comentó que la primera vez que lo oyó iba en un taxi y pensó que los botelleros de su infancia habían resucitado. El taxista le comentó que era un cantor uruguayo.

Después se puso de moda, contó Georgie, y era imposible no escucharlo.

-Confundía la altanería machista con lo viril. Creía que gritando como un carrero demostraba su hombría. Alguien me lo describió físicamente y pensé: “Por suerte tomé la precaución de quedarme ciego”.

Pero no solamente Borges y Gardel lo desprecian.

El escritor Ezequiel Martínez Estrada definió a Sosa como al protoguarango: “el guarango necesita un público nutrido para la agresión.

Es incivil y su primer movimiento es el atropello. Esa es la esencia de ese seudo cantor llamado Julio Sosa. Después del guarango sigue el mono”.

Borges desarrolló lo dicho por Martínez Estrada:-Sosa confunde virilidad con alarido. Comparte la mesa con nosotros Don Jacinto Chiclana, capaz de no alzar la voz y de jugarse la vida. Julio Sosa pertenece a esa caterva que en mi relato “Hombre de la esquina rosada” llamo “italianaje mirón.” Todos muy hombres pero cuando alguno sacaba el cuchillo eran los primeros en salir corriendo.

Sosa nunca entendió la melancolía, que es la esencia del tango.

-Con Julio Sosa juega otro factor que nadie tiene en cuenta, acotó Julio Paredes.

¿-Cuál es ese factor? Preguntó el tordo Laferlitta.

-La imagen, concluyó Paredes.

-Explíquese, susurró el Sr. Musante.

Continuó Paredes:-Julio Sosa es uno de los productos que surgen en la Argentina a fines de 1950, cuando va perdiendo fuerza la radio y empieza a ganar espacio la televisión. La oralidad, la magia de la radio, es reemplazada por la realidad de la imagen, la televisión.

Los años de oro de Julio Sosa van de 1960 a 1964, cuando muere en un accidente. Goar Mestre, dueño de Canal 13, y Ricardo Mejía, director de una grabadora y creador del “Club del Clan” se pusieron de acuerdo para inventar una caricatura , una especia de Golem del tango de acuerdo a la imagen que tenían de nuestra música en sus respectivos países, Cuba y Ecuador. Que gesticule y grite para que la imagen, una novedad en ese momento, convierta en ídolo a un cantor de cantina.

Fíjense que durante la década de 1950 con Sosa no pasó nada. Todavía tallaba la radio.

Lo bautizan “El varón del tango”, lo disfrazan de malevo, le explican que debe sobreactuar el machismo, y lo ponen en pantalla. El éxito es arrollador. Eso explica también porque Sosa es el cantor de tango preferido de los que odian el tango: lo vieron por televisión y lo recuerdan años después creyendo que era un grande.

Además murió joven y de manera trágica, lo que refuerza el mito.

Terminó su breve paso por la vida aplastado entre el volante de su automóvil y una providencial columna de hormigón.

Es un final que se repite entre los que se creen algo que no son, y además no tienen conciencia de que la fama es puro cuento, concluyo su alocución erudita Don Julio Paredes.