Este es el Blog de Rodolfo Jorge Rossi, nacido en la ciudad de La Plata, Argentina.

Cursó estudios en la Facultad de Filosofía y Letras de la U.B.A.

Trabajó en producción de programas radiales con José María Muñoz y Antonio Carrizo.

Ha publicado en el Diario “El Día” de su ciudad natal y en la Revista “Debate”.

Actualmente escribe en “Buenos Aires Tango y lo demás”, que dirigen los poetas Héctor Negro
y Eugenio Mandrini, y en “Tango Reporter” de la ciudad de Los Ángeles, EE.UU.

En 2007 publicó un libro de relatos “Croquis y siluetas familiares”, Editorial Vinciguerra.

Son padrinos celestiales de este sitio Fernando Pessoa, Carlos Gardel y el trompetista Rondinelli.

sábado, 12 de marzo de 2011

Pessoa, Expósito y las poéticas del tango




Comentó el Sr.Musante, el tanguero que volvió de la muerte:-En el Paraíso conocí al escritor portugués Fernando Pessoa, un tanguero apasionado. Como lo que decía me pareció distinto a todo lo escuchado tomé la precaución de grabarlo.
Lo tenía en una vieja cinta pero un amigo lo pasó a CD.
Si quieren está a disposición de La Cátedra.
-Por supuesto. El viernes a la noche vengan a casa y oímos las palabras de Fernando, dijo el vidente Locuco.
Lo hombres sabios del café  se dieron cita en la  versallesca casona del vidente, ubicada frente a la Estación Munro, para escuchar la palabra del poeta portugués.
Una vez instalados el Sr. Musante colocó el CD en un equipo ad-hoc.
¿-Está grabado en portugués? Preguntó Locuco.
-Por supuesto, pero saben que en el Cielo todos hablamos el mismo idioma.
Cuando sale la voz se escucha un segundo en la lengua del que habla, luego la voz describe un círculo y se transforma en el idioma del que escucha. Esto a la velocidad del sonido que es de 1.234 kilómetros por segundo.
Paredes, el intelectual del barrio, miró fijo al Sr. Musante y susurró amenazante:
-Terminala Musante y apretá play, apretá.
Se escucho la tímida voz de Pessoa:
“La metafísica me ha parecido siempre una forma prolongada de locura latente. Si conociésemos la verdad la veríamos, y como no la vemos creo que la única verdad es el tango.
Siempre he opinado que la virtud estaba en conseguir lo que no se alcanza,
en estar más vivo después de muerto que cuando se está vivo.
Y resultó que era así nomás; Swedenborg tenía razón.
Cuando me tocó elegir Infierno o Paraíso llegué a este lugar porque los ángeles, que se acercaron con su chamuyo misterioso, dijeron que en el Cielo estaba Carlitos Gardel.
Siempre afirme que el destino me había otorgado dos cosas: el don de soñar y el tango, entonces me vine para acá. Lo pasamos muy bien en el Café “El Pensamiento”, que es tan luminoso como “La Brasilera” de Lisboa.
El Morocho me honra con su amistad, y me presentó a un gran poeta llamado Homero Expósito, con el cual nos vemos a diario.
Lo sorprendente de Expósito es que sus tangos parecen escritos por mí.
El me habló de “Naranjo en Flor”, y Roberto Goyeneche, que se encontraba sentado con nosotros lo cantó y quede encantado.
“Primero hay que saber sufrir, después amar, después partir y al fin andar sin pensamiento”.
Continuó Pessoa: “Esto lo escribió Homero, el vate de la ciudad de Zárate.
Y si antes la soledad me desolaba y la compañía me oprimía, ese sentimiento cesó en el cielo. El aislamiento me había tallado a su imagen y semejanza y fue así durante mi pobre vida paria.
El cambio tiene que ver con la presencia estelar de Gardel y la amistad con Expósito.
A Homero le pregunté porque había escrito lo que escribió; de manera concreta los versos que cité.
Me dio una respuesta que parece escrita por mí: “no sé”.
Dije: -Lo suyo va del romanticismo al grotesco, y además es refinado.
-Me gusta que lo diga usted porque es un gran poeta, pero verdaderamente no se me ocurre cual es el motor de todo esto.
“Un día al despertar, sin fe ni maquillaje, ya lista para el viaje que desciende hasta el color final”. Recité de memoria esos versos y Homero dijo: “No están mal”.
Me preguntó por Lisboa y le conté que extrañaba los tranvías.
-¿Por qué Zárate brindó tanto a la música de tango?
-Nos preguntamos eso muchas veces con mi hermano Virgilio y Chupita Stamponi, sin llegar a conclusión alguna.
Creo que la respuesta la dio Elba Berón en la época que cantaba en la orquesta de Aníbal Troilo: “un milagro”.
Sin embargo recibí serios cuestionamientos de amigos que decían, de buena fe, que mi poesía era de neto corte individualista, que debía acentuar la cuestión social para que se notara un verdadero compromiso.
Contesté que mi único compromiso era con el alcohol.
Dijo Pessoa:-Escribí un poema sobre el tema: Ayer el predicador de verdades suyas habló otra vez conmigo. Habló del sufrimiento de las clases que trabajan (no de las personas que sufren, que son al final quienes sufren).
Continuó Pessoa:-es que nadie se da cuenta sobre qué es lo que pasa. Traté de echar luz sobre el tema: Cuando venga la primavera si yo ya estuviese muerto, las flores florecerán del mismo modo. La realidad no me necesita.
Siempre sentí una alegría enorme al pensar que mi muerte no tenía importancia alguna, concluyó.
Me pasó lo mismo con Sexto piso: Que andarás con los sueños a destajo como todos río abajo por la vida que se va. Estaba cansado de esperar.
Escribí: Que triste palidez tienen tus luces. Tus letreros sueñan cruces. Tus afiches carcajadas de cartón.
Pessoa acotó: “Son versos de una rara belleza. Siempre dije que Homero Expósito era el hombre moderno, pero más completo que el hombre moderno. Leí que también lo acusaban de no salir de sí mismo; de trabajar demasiado el tema del suicidio.
Si bien estoy seguro de que el creador del espejo envenenó el alma humana, a usted no le corresponde la acusación de egoísta, y además entendió que un suicida es la humanidad entera.”
Continuó Pessoa: “Siempre dije que conformarse es someterse y vencer es conformarse, ser vencido. Vence solo quien nunca lo consigue. Solo es fuerte quien se desanima siempre”.
Para concluir: “La vida es una milonga”.

Fuente:
Fernando Pessoa
Obra Poética
Ediciones 29
Barcelona
1981